martes, 1 de abril de 2014

Tensión



Tensos, tensos, tensos. ¿Por qué tan tensos? ¿Qué retenemos? ¿Qué estamos queriendo evitar? O preservar. O controlar. ¿Para qué? Mantener la ecuanimidad desde la tensión. No tiene razón de ser. Cuando lo desnaturalizás pierde sentido. Como todo. ¿Por qué los músculos están contraídos? ¿Por qué se mide todo lo que se está por decir? Y cuando algo improvisado o “excesivo” se escapa, uno se lamenta, se castiga y se pregunta cómo pudo eso pasar. Cómo pude dejar de controlar todo, cómo mi cuerpo me ganó. Me ganó pero aún no me siento mejor. No me liberé.

Tensionar es intentar retener. Conteniendo por temor. Por incomodidad. La incomodidad: esas ganas de no estar ahí. De querer irse. Y más tensión. Para no permitir que nada me lastime, pero ya lo está haciendo. Con esa sensación perpetua, y a veces tan enraizada que es la inquietud. Inquietud que incentiva a la tensión y a la falta de naturalidad.

¿Tendrá que ver la distensión con la falta de conciencia? ¿Es acaso el momento en el que no estamos pensando en contener, o maniobrar, el de la verdadera libertad?

No es verdad que es más fácil ser libre, dejar fluir, que nada importe. Más sencillo es controlar y retener. El desafío es conocer lo que da miedo, enfrentarse y tolerar la tensión hasta que ésta pase y se convierta en calma. Porque lo que se desconoce no crea más que conjeturas infinitas, en su mayoría equivocadas. Magníficas. Exageradas. Absurdas.  
¿Qué es lo que hay que hacer? ¿Qué es lo que dice el manual? ¿Hacer yoga? ¿Respirar hondo? ¿Tener pensamientos positivos? No sé. Lo que sí sé es que muchos viven  en un estado de perpetua tensión y no lo saben. No se dan ni cuenta. Tensan las cosas hasta un punto imperceptible. Tensan por lo críptico de sus procederes. Por lo rebuscado de sus pensamientos. 

En esa rigidez de los músculos, del cuerpo que no quiere sentir pero que a la vez siente mucho (o siente mal) hay algo curioso: ¿contra qué se contrae? Se supone que toda protección ante un posible peligro se sustenta en el, valga la redundancia, apoyo sobre algo conocido, algo que nos mantenga a salvo. El refugio. ¿Es estar tan tenso, finalmente, estar a salvo? Lo dudo mucho.