lunes, 13 de junio de 2011

La pregunta maldita



No creo estar cayendo en una generalización abstracta y falta de realismo cuando digo que todos (o por lo menos a los que nos interesa "esto de las letras") nos hicimos la famosa pregunta: ¿Y por qué escribo?, o mejor dicho: ¿Para qué? Numerosos talleres literarios, conferencias, seminarios y presentaciones para todos los gustos han dado comienzo a sus exposiciones con esta no tan simple pregunta. ¿Por qué será que nos interesa tanto saber la finalidad de nuestras acciones, las motivaciones y la utilidad que rige nuestro día a día? En mi humilde opinión, simplemente basada en los años que llevo en este mundo, creo que todo esto forma parte de la ansiedad generalizada que nos caracteriza a los seres humanos. No pretendo hacer una suerte "psicoanálisis de blog", lejos estoy de tener los elementos que diagnostiquen la suma de factores comunes en el comportamiento humano; pero creo que de vez en cuando es necesario dejar que el curso del río fluya y no ponernos tantas trabas e impedimentos.
Por lo menos en mi caso, la respuesta a la pregunta de por qué escribo es muy simple: porque me gusta y me hace bien. Pero muchas veces, el detenimiento a reflexionar la razón de por qué lo hago me limita y es allí donde aparecen las trabas e impedimentos recientemente mencionadas. Escribo pero indefectiblemente pienso en lo que el otro va a opinar cuando lo lea, y así, la tarea que era meramente mi fuente de descarga, está supeditada al juicio de algún tercero. Esto no debería importarme, pero lo hace. Entonces estamos ante un problema: disfruto de hacer algo pero cuando llega a las manos de otro (que puede gustarle o no) esa gratificación que la escritura me regaló, se convierte en ansiedad e incertidumbre; vergüenza y estúpida timidez. Por ello, a lo largo de mi vida, descubrí que la única forma de solucionar los problemas es enfrentándolos. Probablemente esta última frase suene a un terrible cliché, pero es de esos clichés buenos, que te sirven para la vida diaria y que realmente tienen la posta. Enfrentarse y no esconderse; bancarse la que venga por más que sea mala, regular o buenísima.(Ojo, no voy a ser tan hipócrita de decir que soy quien enfrenta TODOS los problemas en su vida. Este, es un problema chiquito y por ende, me animo a enfrentarlo).
Todo esto está indudablemente ligado a la inconstancia emocional; algún día estás inspirado y te gusta lo que escribís y hay otros en que no se te cae una sola idea y sentís que no servís para nada. Así soy yo: un día me quiero y al otro me odio. Es por esto mismo, que me obligo a crear un blog al que denominé "La Blogo- Thérapie" por razones más que evidentes -no sólo por mi profunda obsesión con la cultura francesa-; sino porque, como explicité antes, a mí, escribir me sana. Independientemente de cuántas personas lo visiten, y de mi habilidad para promocionarlo, ya que no estoy muy familiarizada con el manejo de estas páginas, aquí se podrán ver volcados: pensamientos (buenos), narraciones (desde cuentitos, haikus, poesías, escenas de la trivialidad) y demás.
Espero no pecar de inconstante, que es una forma refinada de llamarme vaga, y darle curso a la imaginación que es, después de la realidad, lo más lindo que tenemos.

1 comentario:

  1. A darle rienda suelta a este emprendimiento sanador y terapéutico, amiga! Ojalá este blog y esta realidad te encuentren sorprendiéndote de lo que sos capaz de dar y transmitir a los que te rodeamos. Que los pensamientos más críticos (no criticones) fluyan para nutrirnos! Mis mejores augurios para este espacio de expresión recién nacido.

    Te quiero mucho :)

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