domingo, 4 de mayo de 2014

No siempre es igual

Estoy tranquila y una calma me abraza hace varias horas. No me sentía así ni bien abrí los ojos. Fue algo que empecé a desarrollar después del almuerzo. Quizás el disparador fue un disco de George Gershwin que puso mi papá mientras tomábamos el café después de almorzar. O la agradable conversación durante la comida, lo que me inmiscuyó en esta quietud linda e inusual.

Uno creería que es necesario perpetuar estos momentos y vivir constantemente con la sensación de plenitud. Sería grandioso, pero no creo que sea posible. Ya pronto vendrán quehaceres e ideas que arrebaten este sentimiento de dicha y banalizarán por completo la existencia llenándola de una protesta infundada.

Pero cuando la serenidad se presenta, silenciosa, amigable, como una caricia, hay que estar dispuesto a recibirla. Y no es un estado naïf, ni de éxtasis o delirio místico. Es simplemente paz. Quizás, felicidad. Alegría de estar viva. De verme la piel y los músculos firmes, enérgicos. Comprender que todo en este cuerpo está funcionando. Un cuerpo que siente, que desea cosas, que ama.

Foto: Henri Cartier Bresson

No es que todo sea maravilloso, pero la vida en verdad es muy linda. Y creo que ese acervo de cosas hermosas que tenemos es tan vasto como para no sentirnos tristes jamás. El amor, el arte, la ternura, la risa, ya son suficientes razones para no deprimirnos, ya que siempre están allí al alcance de la mano. Por más que a veces se oculten, se velen y parezcan inaccesibles.

Sé que sólo desde mi comodidad burguesa es que puedo enarbolar toda esta reflexión optimista. Si mis condiciones materiales de existencia no lo permitieran, sería otra la historia de seguro. Y lo digo sin culpas, porque al estar rodeada de tanta teoría marxista en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, tengo muy claro que es la existencia social la que determina a la conciencia, y no al revés.

Es curioso porque habitualmente suelo hacer este tipo de cavilaciones en el sentido diametralmente opuesto: haciendo hincapié en aspectos melancólicos, pensamientos negativos, adelantándome a los hechos y pensando que todo tendrá un desenlace catastrófico. Hoy no. Hoy el pensamiento es otro. Y quizás el darle espacio a algo nuevo que puede parecer débil y marchito, sea una posible alternativa para que estos impulsos positivos cobren una mayor frecuencia en mi vida, y dejen de ser la excepción a la regla.

Los invito a intentarlo. Está realmente muy bueno.

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